COMO SI HUBIERA ALGUNA MANERA DE QUE YO PUDIERA ESTAR SIN NECESITARTE.

domingo, 19 de abril de 2020

Marioneta

La persiana subida hasta arriba, el sol acariciando mi cara
Las mejillas empapadas en unas lágrimas que ya no reconozco 
¿Cuánto tiempo estoy llorando tu ausencia?
Me siento aturdida, irritada, triste, fatigada, chafada, enfadada, dolida, cansada.
Cansada.
Cansada. 
Me pesa todo tu peso sobre mis hombros, me pesa tu egoísmo, tu cabezoneria, tus malas decisiones, tu ego y tu orgullo. 
Me pesa mi dependencia, la venda de los ojos, todas las dudas, todas las preguntas, y todas sus respuestas.
Sé las respuestas. 
Pero dímelas. 
¿Por qué no eres sincera? 
O dentro o fuera pero déjame cerrar la puerta. 
Estoy cansada, mis lágrimas están cansadas, ya ni si quiera son saladas. 
Quítate la venda de la boca, que yo me quito la de los ojos.
Dejemos de ser mudas y ciegas y empecemos a ser dos personas que se quisieron y ahora, no saben que queda.
Hablemos, terminemos esta guerra. 



domingo, 15 de septiembre de 2019

Tus guerras

Me dices que estás rota y lo sé
Desde hace 2190 días
Cuando me miraste con esos ojos tristes, pero todavía con algo de brillo
Me dices que no puedes más y lo sé
Lo veo en cada suspiro, en cómo andas, en que ya no cantas y solo buscas la cama
la cama, sola, sin mí
Me dices que todo te supera y lo sé
Te entiendo mientras gritas todo el odio que llevas dentro, cuando abrazas sin ganas, cuando fumas sin vicio
Me dices que no puedo hacer nada y lo sé
Quieres tiempo y no lo tengo, quieres vida y yo no puedo, quieres paz y estas encerrada en una guerra sin trincheras
Me dices que es tu vida y lo sé
Son tus días, tus minutos y tus segundos de sufrimiento, son tus pesadillas, tus malos sueños
Me dices déjalo, yo sola puedo y sé que no
¿Quién puede sola cuando es su propio tormento?
No puedo ser tu chaleco antibalas si la metralla está por dentro
Y tienes razón, no puedo retroceder el tiempo
No puedo conocerte menos rota, tampoco puedo arreglarte, no quiero
Yo me enamoré de cada uno de tus pedazos hace mucho tiempo
No puedo sanarte, no quiero ser cura de nadie
Pero puedo besarte cada pedacito todas las veces que necesites hasta que vayan doliendo menos
Puedo recogerte el pelo, tocarte la espalda y quedarnos en silencio
Puedo regalarte mi tiempo sin que pierdas el tuyo
Y puedo quererte durante todas tus batallas

domingo, 11 de noviembre de 2018

Como un revólver.

Dime qué se siente cuando llegas a las tantas, y sólo te espera la oscuridad.
Dime qué se siente cuando sabes que ni si quiera el recuerdo te va a acompañar a la mañana siguiente.
¿Qué sientes cuando crees que te desmayas?
Cuando el suelo se mueve bajo tus pies y la luz brilla tanto, que te ciega.
Dime qué sientes cuando sólo te acompaña la soledad.
Qué se siente al romper a personas que sólo intentan sostenerte.
Dime, amor, qué hacer cuando ya no sientes.
Te perdiste hace tanto tiempo, que sólo el reloj es capaz de encontrarte.
Has buscado entre las sombras aquella estrella que un día tuve el privilegio de conocer, dime ¿qué has hecho contigo?
Ni si quiera reconozco tu olor.
Salí a buscarte, te juro que quería traerte de vuelta a casa, a nuestro hogar.
Pero estuve a punto de perderme yo.
Dime, qué sientes cuando todo está perdido.
No te diste cuenta de que una batalla no era la guerra, tú que siempre fuiste campo de combate, ahora, no eres más que ruinas.
Y yo, ya no quiero ser tu chaleco antibalas.
Ahora no soy escudo, ahora soy pistola, y no sólo apunto.
Disparo.

domingo, 5 de noviembre de 2017

No sé cómo lo haces, pero sigues siendo primeras veces.
La primera vez que te vi, fuiste primera impresión, primera mirada, primer suspiro.
Después vino la primera conversación y más adelante, los primeros buenos días tras las primeras buenas noches.
Entonces llegaron las primeras dudas, las primeras inseguridades, los primeros miedos.
Pero también estabas tú, ahí, en primera posición para quitarmelos con los dientes.
Y de repente, el primer beso, con los ojos bien cerrados, pero el corazón bien abierto.
Con todas las heridas en carne viva, y con tu saliva curándolas besito a besito.
Te quiero, djiste, por pimera vez. Y yo te volví a besar, porque la primera vez me había sabido a poco, porque desde entonces supe que iba a tener muchos te quiero por decirte, pero más por demostrarte.
 De la nada, una fecha, mi primera fecha, una fecha para celebrar, donde llovían besos y abarazos, desde ese día hasta el siguiente.
Otra primera vez.
Y entonces lo supe, siempre ibas a ser primeras veces, porque eres el primer amor, ese que sin quererlo, es de libro, que huele a tardes de domingo, tras los sábados de tequila.
Que ibas a ser todas las primeras risas, las primeras lágrimas, las primeras disculpas con sinceridad, y el miedo más grande a perder que jamás pude imaginar.
Cumplimos las primeras expectativas, las primeras escapadas, las primeras noches en vela, la primera cita.
Cumplimos los primeros días, las primeras semanas, meses, años.
Y entonces, de la misma manera, fuiste la primera vez que mi corazón se deshizo.
El primer sin aliento por la rabia.
Fuiste el fuego que me consumía cada vez que recordaba que ya no estabas.
Los minutos corrían, pero los días no pasaban, todo me sabía a viejo.
Y de la nada, lo más viejo que conocía volvió, con la misma sonrisa, la misma mirada, pero otra vez, de nuevo, por primera vez.
Volviste a ser primeras veces, porque tras el primer vacío, me llenaste de nuevo, como si de dos personas totalmente nuevas nos tratásemos.
De repente el primer te quiero, otra vez, de nuevo, junto con un beso.
Ahora sé que no se tratan de con quien hagas todas tus primeras veces, se trata de que la persona sea tu primera vez, ahora y siempre.
¿Puedes enamorarte, por primera vez, de nuevo, de la misma persona?
Si, todos los días de mi -nuestra- vida.

miércoles, 30 de agosto de 2017

Petición de auxilio.

No sé si llamarte destino o casualiadad, porque al fin y al cabo, míranos, quién iba a decirme que un caos tan bonito como tú fuera a mirar en unos ojos tan desastre como los míos.
Entraste sin avisar, dos veces, en una vida revuelta, para desvalijarla aún más.
No sé que te has llevado, pero si sé todo lo que me has traído, amor.
Por eso te pido que te quedes, aunque suene demasiado egoísta como para poder decirlo en voz alta.
Te pido que te quedes bajito, casi en un suspiro, para que no suene a una orden, para que no sea obligación, para que simplemente sea una petición y posiblemente de auxilio.
Te pido que te quedes para que sigas salvándome de mí, de todos los monstruos que tú supiste echar en su momento.
Te pido que te quedes, porque nos he visto por separado y creéme, vaya desastre.
No te vayas, porque desde que estás de vuelta, me he sentido Primavera.
Quédate por todas las ojeras de todas esas noches sin dormir, por todas las gotas de lluvia caídas en nuestras tardes de sofá, quédate por la magia de nuestras miradas, por el tacto de nuestros dedos.
Quédate por aquella vez que dijiste que tu lengua jamás sería capaz de bailar tan al compás con otra que no fuera la mía.
No te vayas, porque el miedo ocupa todos los lugares que deberían ocupar tus brazos si no estás, no te vayas porque sin tí, hace tanto frío aquí dentro, que podría llamarme Antártida.
Quédate, porque mis puntos cardinales necesitan brújula, y desde que te conozco, has sido mi camino favorito.
Qúedate por ese lunar que tienes en el cuello y que sé que él a veces, también me echa de menos.
No te vayas, no vaya a ser que vuelva a perderme y entonces no pueda encontrarme de nuevo.
Porque hay quien dice que segundas partes nunca fueron buenas, pero yo pienso que todo es cuestión de ganas.
De las ganas de tu aliento, de las ganas de tus brazos, de las ganas de dormir en el ricón de tu cuello, ese que está hecho a mi medida.
De las ganas de resacas de tus cosquillas, de las ganas de tus dedos por mi espalda, y de las ganas de seguir memorizando cada parte de cuerpo.
No sea que te vayas, y pases a ser recuerdo.
Pero por favor, no lo hagas, y te lo digo así, como si fuera de vida o muerte, porque nadie muere de amor, pero eso es porque nadie te ha conocido y yo, no soy nadie para decirle al mundo lo bonito que sería morir de ti.
Quédate, déjame volar a tu lado y te prometo que no habrá cielo suficiente para todo lo que nos queda.

martes, 11 de julio de 2017

Agujero negro.

Ese rayo de luz que atraviesa mi ventana, me ha vuelto a recordar tu ausencia.
Que aquello que me abraza por las noches, ya no son tus brazos, es tu recuerdo, pero joder, huele exactamente igual que tú.
Hoy he vuelto a soñar con tu lunar, ese precioso lunar en el cuello en el que una vez juré que me quedaría a vivir.
Pero no, ya no.
Todas las canciones me hablan de una persona que ya no reconozco, lo que no sé es si eres tú o soy yo.
Sabíamos que no podíamos ser, y aun así, fuímos.
Cortos, fugaces, pero necesarios.
Odié que fueras necesario.
Necesario para darme cuenta de quien soy, necesario para saber qué quiero, necesario el caer, para poder levantarme.
Aún se me eriza la piel al pensar en el contacto con tu cuerpo, pero hace tiempo que las mariposas murieron.
Ya no sé si es tu recuerdo, o el mio el que me hace pensar, que alomejor todavía es posible una segunda oportunidad.
Que segundas partes, nunca fueron buenas, me repito, que el reloj no gira hacia atrás, explico, que nada puede ser igual, afirmo.
Pero una parte de mí sigue empeñada en intentarlo, siempre contra corriente, siempre siguiendo el camino que me lleve de vuelta a casa.
A tu maldito lunar, donde aún sigo queriendo quedarme a dormir.

domingo, 11 de junio de 2017

Copulativos.

Porque no somos, éramos.
Éramos como la primera gota de lluvia después de meses de sequía.
Podíamos traer a la primavera por adelantado después de cada mirada, y qué bonito haber sido capaz de reflejarme en tus ojos.
Porque el miedo ha podido con nuestras ganas, y qué ganas tenía de demostrarte que sólo arriesgando podíamos ganar.
Lástima no haber sido yo tu mayor victoria, y sólo ser una parte incompleta de todos tus fracasos.
Ahora cada calle por la que jamás pasamos me recuerda a todos los besos que no podré darte en esas esquinas.
Duele más el recuerdo de lo que no va a poder ser, que de todo aquello que no volverá.
Que el problema no fuiste tú, ni si quiera fui yo.
El problema fue no ser tú, no ser yo.
Vaya dos imbéciles jugando a quererse, apostándolo todo por dos personas que ya no existen.
He cambiado tanto que me doy miedo, tanto, que no te conozco.
Dime, amor, como puedo dejar la inseguridad atrás y apostar de nuevo.
Que me recorren más los miedos que tus dedos, me traspasan más las dudas que tu mirada.
Prometo, que no habrán más promesas, que me voy a traer de vuelta, y entonces iré a buscarte.
Porque sólo yo soy capaz de saber qué merece la pena, y te aseguro, que para pena una vida sin tu aliento.
Vamos a dejarnos llevar, vamos a perdernos un poquito más, que total, puestos a encontrarnos, que sea mágico.
Como el primer rayo de luz después de meses de tormenta.
Porque no somos, éramos, pero podemos ser.