Ni contigo ni sin ti.

Ya está cansada. No puede más. ¿Quieres dejarla en paz? No te das cuenta, pero la estás destrozando.
Es un continúo tira y afloja, no sabes cuando parar, ni cuando has hecho suficientemente trizas su pequeño corazón.
No merece llorar, no por ti. Merece ser feliz, merece poder correr y gritar a los cuatro viento lo mucho que se alegra de despertarse cada día.
No tiene por qué depender de tus buenos días, ni si quiera debe de dormir bien por tu buenas noches.
Tiene que soñar con un futuro cada vez más lejos, con poder hacer sus sueños realidad y con el protagonista de su libro favorito -por mucho que para ella lo ideal sería soñar que estás a su lado-.
Joder tío, que huele tu colonia y sólo tiene ganas de esconderse en tu pecho.
No puedes estar toda la vida pretendiendo que esté detrás de ti -ni contigo ni sin ti-.
Porque la perderás, y cuando lo hagas, lamentarás cada puto segundo que no has estado a su lado, todas y cada una de sus sonrisas que no iban en tu dirección, y esas miradas vacías por tu culpa.
La almohada está ya harta de comerse sus lagrimas -pudiendo estar tú comiéndole la boca-  y ser la única que le haga compañía, que ella te quiere a ti -aunque no logre entender el por qué-. Al igual no lo hay, es tan sumamente inexplicable que esto te hace más deseado, hace que cada vez que la desprecias ella sólo quiera desaparecer, y si puede ser en algún rincón, debajo de tus sábanas.
Ojalá algún día logres entender lo mucho que ella te quiso -y te querrá-.