Sólo pido que el invierno no llegue antes que tú, de verdad que no.
Mis manos están demasiado frías y echan de menos tu calor, echan de menos los bolsillos de tus sudaderas, donde están verdaderamente cómodas -su hogar-.
Mi nariz, congelada, busca el hueco en tu cuello para pasar el rato, para pasar la eternidad si hace falta, y alimentarme a base de tu olor, porque créeme, no necesito mucho más.
Aunque por pedir, pido tus besos, que me sirvan como despertador, o como buenas noches.
Tengo la sensación de estar pidiendo algo que ya tengo, y en realidad jamás tendré.
Y tengo miedo.
Miedo de perder esto, miedo de acabar poniendo etiquetas, miedo de no ver tu sonrisa a primera hora y miedo de que no me quites el frío, miedo de que llegue enero y siga con las manos congeladas, o que ese hueco lo ocupe otra persona.
Pero sobretodo tengo miedo de que se acabe esta rutina, estoy tan acostumbrada a ella que no me imagino de otra forma.
Creo, y debo decir, que estamos en un punto de no retorno. O al menos, yo lo estoy.
Me has absorbido por completo, agujero negro personal.
Seremos lo que el tiempo deje, un nosotros, tal vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario