Duele(s)

Y ahí esta ella, contando una a una las noches, las horas que le faltan de sueño. Pensando en todas las lágrimas que se ha tragado su almohada.
Que tal vez, si no lo reconoce, si se lo queda dentro, dejará de quererle. ¿Qué más da si él ya no le sonríe cuando la ve pasar? A ella eso no le importa, para nada. Lo que si que le importa es dónde quedaron esas ganas, esas promesas, esas escapadas, ese Invierno, esas sonrisas y esos tequiero.
Que las ganas de comerse el mundo se las llevó él cuando se fue sin avisar, ahora lo que queda es ella sola, sola pero contando cuantos días lleva sin comerle la boca.
Que sus labios estas más castigados que de costumbre, y ya no es él el causante.
Son esas jodidas ganas de aguantarse y no gritar a los cuatro vientos lo mucho que lo echa de menos.
Rompe a llorar por las esquinas, y ya nadie se acuerda del sonido de su risa. 
Las lágrimas infieles ahora escapan por momentos; y a él se le escapa un guiño a la primera minifalda.
Miedo, miedo de perderse, de perderle (más todavía).
Se hace daño a ella misma al prometerse que nunca más. ¿Nunca más qué? ¿Nunca más se volverá a enamorar? O, ¿Nunca dejará de quererle? Y que más da, si total todo son promesas vacías, de esas que nadie se cree y pruebas suerte al decirlas en voz alta, a ver si te la cuelas a ti mismo (pero no es el caso).
Cobardes, eso han sido.
Él por volverla loca y ella, por estar cuerda.
Y así pasan los días, entre recuerdos, lágrimas y tequiero's, muchos tequiero's; de esos que nunca han valido nada para él, de esos que lo han sido todo para ella.