Por las putas mariposas en el estómago.

Había pasado un tiempo, y ella empezaba a sonreír como antes, empezaba a pensar que ya todo había pasado y que por fin aquel chico con baja autoestima ya no existía para ella.
Veía la vida de otra manera, ya no se preguntaba por que la gente tenia esa necesidad de compartir su vida con alguien, esa necesidad de que su felicidad dependiera de otra persona, se dio cuenta de que se valía por si sola, y que no merecía la pena estar enamorada de alguien que tal vez, no le había dado motivos para ello.
Lo había pasado tan mal, había fingido tanto, había callado tantas cosas por el simple miedo a perder, y ahora sabía que por mucho que hubiese arriesgado más todavía, no le habría merecido la pena.
Hay personas que cambian en algunos aspectos, pero que seguirán siendo siempre, y digo siempre algo que fue y no llegó a ser nada más que una pérdida de tiempo.
Y por fin, una noche de muchas, conectada a las tantas de la madrugada, viendo que era una vez más que se iba a dormir sin un puto te quiero, ese que tanta falta le hacía antes, se prometió a si misma que nunca más volvería a caer en eso llamado amor,  eso que tarde o temprano, te destroza, ya sea el corazón o las putas mariposas en el estómago.
Esa mañana se despertó con menos ganas que nunca de ver la luz del sol, y entonces recordó una frase que escuchó algún día en alguna parte; solo recordamos lo que nunca sucedió.
Esa misa tarde, después de mucho tiempo, volvió todo a la normalidad, y allí, en el parque de siempre, un día cualquiera, a ninguna hora en especial, él la abrazó, le dijo que le había echado de menos, y ella haría un par de meses habría tenido que resistir mucho para no darle un beso, y esta vez, le costó mucho el simple hecho de mirarle a los ojos y sonreír, ya no era ella, ya no era él, ya no era un nosotros, nunca lo fue.
Es cierto, nunca sucedió nada,¿ y sabes? al fin y al cabo, no le quería tanto.