COMO SI HUBIERA ALGUNA MANERA DE QUE YO PUDIERA ESTAR SIN NECESITARTE.

viernes, 31 de marzo de 2017

Destiempo

Vamos a suponer que son posibles los consejos a destiempo.
Supongamos, que volvemos atrás varios años, y que todo sigue completo, que yo sigo completa.
Supongamos que aún no he tomado esa decisión que va a cambiar mi vida, supongamos que soy feliz sin ti, que lo he sido antes de ti, y que podré serlo después de ti.
Ahora supongamos que te veo, y no siento nada, supongamos la indiferencia entre dos personas que, aun que no lo sepan, van a enamorarse.
Supongamos que empiezo a echar de menos tu olor, tu pelo, tu risa.
Y no sé qué me pasa, pero supongo, que te estoy empezando a querer, y te juro, que no sé porqué.
Supongamos que decido besarte, ¿te suena esa parte?
Y ahora, supongamos que empieza una historia, supongamos que empezamos a parar el tiempo siempre que nos plazca, supongamos que la risa inunda nuestras vidas.
Supongamos un infinito.
Y ahora, supongamos que las promesas se esfuman, supongamos que  empiezas a echar de menos otras manos que no son las mias, supongamos que no me quito la venda de los ojos, que cada día estoy más ciega.
¿Te suena esta parte?
Supongamos que puedo decirle algo a mi yo de hace varios años.
Como por ejemplo, disfruta, va a ser especial, y por eso la hostia será tremanda, déjate llevar.
Disfruta, te hará feliz como nunca.

Supongamos que me hago caso, que vivo al día, perdiéndome en sus pestañas.
Supongamos que no llega ese maldito fin de semana, supongamos que no me echas a perder.
¿Te imaginas?
Supongamos que eres lo suficientemente valiente para mirarme a la cara y decirme la verdad.
Supongamos que no hay más mentiras, supongamos que decido olvidarte.
U olvidarnos.
Supongamos que me hago caso, supongamos que empiezo a pensar con claridad, supongamos que empiezo a quererme más a mi, que a ti.
¿Qué me diría?
Supongamos que esto es un consejo para mi yo actual.
La hostia ha llegado, antes de lo esperado, de la manera menos pensada, pero ya ha pasado.
Después de la tormenta llega la calma, y hoy, yo, voy a ser calma y tormenta.

Supongamos que logro superarte.
Supongamos que soy feliz, supongamos que ya no me quitas el sueño, supongamos que ya no me da miedo cerrar los ojos y recordar tu aliento.
 Supongamos que puedo dormir sin temer a tu recuerdo, supongamos que soy capaz de borrar tus fotos, supongamos que no me arrepiento de nada.
Supongamos que ya no eres mi peor noche, ni mi mejor día.
Supongamos que tú, ya no.
Supongamos... supongamos que empiezo a ser yo, de nuevo.
¿Y ahora qué?
Supongamos otro consejo a destiempo.
Supongamos qué le diría a mi yo después del caos.
Como por ejemplo, que el dolor no dura siempre.
Supongamos que ya no hay herida, que aprendí a cerrar la cicatriz aun que para ello tuviera que meter el dedo en la yaga.
Supongamos que tu recuerdo ya no escuece.
Supongamos que todo esto sirve para algo, y no es sólo una manera de recordar que cuando alguien se va, siempre quedará la señal de lo cerca que está el dolor.


No hay comentarios:

Publicar un comentario