Has olvidado cada uno de mis besos y abrazos, que yo pensaba que eran los que te sacaban la mayor de las sonrisas, al menos, era lo que me decías.
¿Recuerdas aquella tarde de invierno, los dos solos, en unas escaleras de una casa ajena, sentados abrazados, felices, risueños, sin vergüenza , sin complejo?, ¿Recuerdas aquella tarde en la que fuimos dos en un y uno en dos? Hacia frió, pero no el suficiente siendo febrero, el cielo estaba oscuro, ya eran mas de las nueve y el olor a chimenea inundaba todas las calles, estaba despejado, me acuerdo por que cuando me hacías reír siempre miraba al cielo y se podían ver claramente las estrellas, también me acuerdo por que empecé a contarlas y por cada una de ellas te daba un beso, después de tanta tontería decidí saltarme la parte de contar estrellas a la parte en la que tu contases la cantidad de besos que te podría dar en un minuto.
Para que mentirnos, sé que no las contaste, estabas demasiado ocupado abrazándome fuerte contra tu pecho, sin dejar a penas unos centímetros de distancia entre los dos.
También recuerdo ese choque tonto de narices al intentar morderte en el pómulo y tu a mi a la vez, y cierto es que, cuando me viene la imagen a la cabeza me sale esa sonrisa tonta que solamente me sale contigo.
Y sin duda, mi parte favorita fue cuando terminé de contar uno de mis chistes malos, me miraste, y me dijiste, ¿tengo que reírme? y cuando fui a contestar me dijiste te quiero, y te tiraste a abrazarme, a que fuésemos uno, otra vez, a que me fundiese en tu aroma, a que, en ese mismo momento, me diese cuenta, eras tu la razón de mi, eras tu de quien siempre había estado enamorada.
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